Eran como las... No, no voy a decir “como las”, pues en realidad eran exactamente las 5:55am, validado por mi despertador que nunca me despierta pues uso siempre el celular que pacientemente intenta cada día levantarme pero que hasta ahora nunca ha logrado ponerme de pie a la primera llamada.... bueno, mejor comienzo otra vez:
Eran las 5:55am, apenas martes y con un día repleto de llamadas telefónicas desde las 8am.
Los pájaros en mi pueblo aún cantan como locos y me despertaron, ó al menos eso pensé.
Antes de levantar los párpados ya estaba despierto, debo decirlo, poco molestón porque dormí solo un par de horas y los pajaritos en el alambre de verdad que gritoneaban muy a propósito, los imaginé como los gritones del centro histórico cuando ofrecen en venta cosas en la calle, los imaginé platicándose chismes pero esperando que todos los escucharan, pájaros cabrones! –dijé entre dientes, pero al mismo tiempo me relajé y me sentí afortunado, no solo por escuchar pájaros trinando para despertar, sino porque le gané al madrugador del celular!, “le gané al tiempo”, eso si que me pone de buenas... me gusta despertar por programación y sin la necesidad del gallo, despertador, tren ó lo que sea que interrumpa bruscamente mi sueño... bueno, mejor comienzo otra vez:
Eran las 5:55am, apenas martes y con un día repleto de llamadas telefónicas desde las 8am.
Los pájaros en mi pueblo aún cantan como locos y me despertaron, o al menos eso pensé.
Abrí los ojos y me sorprendió su presencia justo ahí delante de mí, con su mirada examinadora.
No decía palabra alguna como cerciorándose primero que yo realmente estuviera despierto, no le sorprendió siquiera saber que yo ya estaba mirandole, ni siquiera sintió nada de pena ni incomodidad, acaso satisfacción por una espera recompensada pues ya hacia rato que no me veía. La verdad que si me asusto encontrarle así de pronto, no es solo por el hecho de que alguíen se meta a tu casa y hastatu recamara sin que te des cuenta (siempre dejo abiertas las puertas pero no se lo digan a nadie eh) el asunto es que desde luego mí primera imagen del día no suele ser para nada encontrarme a alguien parado frente a mi, observándome como si examinará un bicho. Generalmente lo primero que veo a diario es mi celular cuando intento apagarlo en una lucha para soportar la luz de su display mientras intento descifrar la hora, misma hora que yo programo la noche anterior pero que siempre olvido en mi adormilado despertar. La verdad si me saqué de onda... bueno, mejor comienzo otra vez:
Eran las 5:55am, apenas martes y con un día repleto de llamadas telefónicas desde las 8am.
Los pájaros en mi pueblo aún cantan como locos y me despertaron, o al menos eso pensé.
Abrí los ojos y me sorprendió su presencia justo ahí delante de mí, con su mirada examinadora.
Hola, ¿qué tal?, rompí el silencio que ya caía en lo gracioso pues solo nos veíamos el uno al otro.
La verdad no esperaba ningún gesto efusivo en su saludo, si acaso una sonrisa ó algo así. Su respuesta fue cotidiana, simple, corta y tan familiar como siempre. Claro que eso provoco en mi una gran carcajada como diciendo ¡qué pex! ¿por qué tan temprano?, con esa carcajada me desahogué del susto-impresión. Sus ojos tampoco cambiaron mucho al escucharme y verme riendo, acaso se relajaron y entonces se incorporó -de esa posición inquisidora con que me observaba- al verme cien por ciento despierto. Yo también me incorporé para sentarme mientras me tallaba los ojos y fue entonces cuando giré la cabeza para ver el despertador que tengo a lado derecho sobre el buró,- ese reloj es digital y me gusta mucho porque me lo regalo mi hermano, ¡esta bien chido!- por eso aseguró que eran las 5:55am... bueno, mejor comienzo otra vez:
Eran las 5:55am, apenas martes y con un día repleto de llamadas telefónicas desde las 8am.
Los pájaros en mi pueblo aún cantan como locos y me despertaron, o al menos eso pensé.
Abrí los ojos y me sorprendió su presencia justo ahí delante de mí, con su mirada examinadora.
Hola, ¿qué tal?- rompí el silencio, que ya caía en lo gracioso pues solo nos veíamos el uno al otro.
¿Que hay? – me contestó el saludo.
¡Cómo siempre! -pensé, mientras le miraba y reconocía su figura ahí frente a mi, ¡cómo siempre! – repetí el pensamiento, aquí está otra vez conmigo con su mirada tranquila y su curiosidad infinita por escucharme y saber sobre mí. De verdad que me alegra mucho verte- le dijé, aunque las visitas inesperadas nunca son deseables, en éste caso ya no importaba, ya estaba ahí y si además no consideramos el salto que me hizo dar por la sorpresa, la carcajada que vino después bien valió la pena. Estiré mis brazos largamente como queriendo alcanzar el techo, balanceé el cuello y bostecé proooofundo para sentirme más cómodo y comenzar una “platica”, ó debería decir un monologo más porque siempre me deja hablar tanto que a veces me hace dudar si no sufre de mudez. Como quiera a mi me pone de buenas sus visitas... bueno, mejor comienzo otra vez:
Eran las 5:55am, apenas martes y con un día repleto de llamadas telefónicas desde las 8am.
Los pájaros en mi pueblo aún cantan como locos y me despertaron, o al menos eso pensé.
Abrí los ojos y me sorprendió su presencia justo ahí delante de mí, con su mirada examinadora.
Hola, ¿qué tal?- rompí el silencio, que ya caía en lo gracioso pues solo nos veíamos el uno al otro.
¿Que hay? – me contestó el saludo.
¿Cuánto tiempo llevas aquí? – le pregunté.
La verdad no se porque le hago preguntas tan directas y exactas pues que yo recuerde no las responde y no es por ser tan temprano, lo mismo pasa cuando es tarde, noche ó de madrugada. Al caer en cuenta de eso entonces sonreí nuevamente, expulsé aire y mire el techo, regrese la mirada al frente y le dije no hay nada nuevo mientras extendía ambas palmas de las manos apuntando hacia arriba y encogiendo los hombros en señal de:¿que te puedo decir?. Es una joda comenzar una conversación cuando sabes que puede llevarte horas y peor aún cuando no esperabas comenzar esa conversación ni tampoco tienes el tiempo suficiente, sin embargo, es mucho mucho peor si estás recién despertando y con estrés por las actividades que ya tienes planeadas milimétricamente en tiempo y forma para ese día. Reajustar la agenda rompe con todo equilibrio... bueno, mejor comienzo otra vez:
Eran las 5:55am, apenas martes y con un día repleto de llamadas telefónicas desde las 8am.
Los pájaros en mi pueblo aún cantan como locos y me despertaron, o al menos eso pensé.
Abrí los ojos y me sorprendió su presencia justo ahí delante de mí, con su mirada examinadora.
Hola, ¿qué tal?- rompí el silencio, que ya caía en lo gracioso pues solo nos veíamos el uno al otro.
¿Que hay? – me contestó el saludo.
¿Cuánto tiempo llevas aquí? – le pregunté.
Entonces fue su turno y me respondió con una gran sonrisa. Mí pregunta realmente fue torpe.
Por primera vez, -quizá porque sabía sobre todas mis actividades- la “conversación” fue tan breve que me sentí muy aliviado pero extrañamente también me sorprendí pues me dejó con deseos de que durará un poco más. No es que no me gusten sus visitas, al contrario las precio mucho y hasta las provoco, además yo siempre suelo hacer la invitación. Lo que pasa es que hoy por la mañana realmente llego en un día tan inoportuno que no hubiera podido disfrutar de su compañía. Justo un par de días antes le llamé pero no me respondió, ese día si que me había planificado para tener una gran platica tipo lucha libre: ¡Sin límite de tiempo! pero no se logró nada. Hoy por la mañana llegó inesperadamente y mucho antes de que siquiera yo despertara! Neta que no quise ser grosero pero estoy seguro que si notó mi flojera e incomodidad por su visita, me sentí apenado al principio pero fue mejor así.... bueno, mejor comienzo otra vez:
Eran las 5:55am, apenas martes y con un día repleto de llamadas telefónicas desde las 8am.
Los pájaros en mi pueblo aún cantan como locos y me despertaron, o al menos eso pensé.
Abrí los ojos y me sorprendió su presencia justo ahí delante de mí, con su mirada examinadora.
Hola, ¿qué tal?- rompí el silencio, que ya caía en lo gracioso pues solo nos veíamos el uno al otro.
¿Que hay? – me contestó el saludo.
¿Cuánto tiempo llevas aquí? – le pregunté.
Entonces fue su turno y me respondió con una gran sonrisa Mi pregunta realmente fue torpe.
Mucho más tiempo que tu – me contestó serenamente.
Otra vez escuché los pájaros y caí en la cuenta de que estaba a punto de sonar mi celular, la alarma esta programada a las 6am todos los días, rápido estiré mi mano y la desactivé sin que sonará, ¡Qué gran gozo!, “le gane al tiempo otra vez” Dejé el celular de vuelta en el buró y mientras regresaba la mirada al frente ya "no estaba conmigo", ya se había ido. Me quedé con una gran sonrisa por su visita, aunque con cierta nostalgia debo admitirlo. Disfruto mucho de su “conversación” y me siento afortunado por su incondicional interés en mi, a pesar de tanto tiempo. De verdad me prometí agendar un espacio suficiente para confirmar una cita antes ó durante el fin de semana. Estaré listo para ser un buen anfitrión y resarcir la leperada que le hice ésta mañana pues cada día son más espaciadas sus visitas personalizadas...La siguiente vez nos coordinamos bien, ¿va? – fue lo ultimo que le dije, pero no se si me escucho...bueno, mejor comienzo otra vez:
Eran las 5:55am, apenas martes y con un día repleto de llamadas telefónicas desde las 8am.
Los pájaros en mi pueblo aún cantan como locos y me despertaron, o al menos eso pensé.
Abrí los ojos y me sorprendió su presencia justo ahí delante de mí, con su mirada examinadora.
Hola, ¿qué tal?- rompí el silencio, que ya caía en lo gracioso pues solo nos veíamos el uno al otro.
¿Que hay? – me contestó el saludo.
¿Cuánto tiempo llevas aquí? – le pregunté.
Entonces fue su turno y me respondió con una gran sonrisa. Mi pregunta realmente fue torpe.
Mucho más tiempo que tu – me contestó serenamente.
Su visita fue corta y no pude despedirme. Cerré los ojos y fui a toda prisa a reencontrarle.
Cuando me vió se sorprendió un poco y sonrió: Bueno, mejor termina de una vez ¿no?! – me dijó mi conciencia