Mi concepto de curiosidad.
Mi curiosidad no la describo como un exceso de preguntas acumuladas sin respuesta, ni tampoco la encarcelo como dudas perpetuas en la infinita espiral de mi actividad alfa.
No hay intranquilidad por elección, pues hoy mas que nunca entiendo que la búsqueda insaciable de conocimiento solo lleva a un origen cierto: la total carencia en el conocimiento de uno mismo. Y no me refiero solo en el contexto individual de mi pensamiento intimo, sino del conjunto de individualidades que caracterizan a la especie con quien más convivo, la humana.
No voy a exhibir arrogancia ni tampoco inocencia innecesaria respecto a mi perspectiva sobre el entendimiento del pensamiento y comportamiento humano, pues no soy quien para tomar una postura absoluta en cualquiera de las dos direcciones...
Ya asentada mi posición, entonces me permito describir mi concepto de curiosidad: hambre intelectual, placentera y controlada, por caminar sobre un camino mental desconocido pero con un final intuido que genera claridad y satisfacción por resultados de comprobación y reconocimiento.
No creo en la existencia de curiosidad a lo desconocido, a eso le llamo aventura y en su fase más elevada insensatez. Tampoco creo en una curiosidad como motor del arte creativo que es premiada por la aprobación social, esa percepción envilece a un virtuoso artista como una simple consecuencia bien aprovechada. Creo pues, en la perversidad humana que vende descubrimientos y esconde pasos de autoconocimiento generados por la curiosidad pura.
La curiosidad es el músculo que ejerce la actividad mental disparada por un pensamiento intuitivo ó de pensamiento retroalimentado, es decir: un recuerdo de experiencia trascendido. Cuando hablo de trascendencia no hablo solo de tiempo ni espacio, sino de un "sello" atemporal y adimensional, la esencia.
Ahí surge un gran riesgo, si los recuerdos son solo y continuamente retroalimentados, esto nos llevará al aislamiento social del pensamiento, dicho de otra forma: locura. No hay mejor manera de comprender nuestro entorno que escuchando y observando nuestro interior, sin embargo, nunca soltemos la cuerda que comunica y equilibra ambos sistemas mutuamente incluyentes. Esa cuerda representa nuestra línea de vida, nuestro cordón umbilical ó nuestra interfase lógica a nuestra creación.
¡Que curioso!... muy curioso.
¿Cuál es tu concepto de curiosidad?
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